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jueves, 1 de noviembre de 2012


Reflexiones de medio pelo….

La velocidad con que se vive, se piensa y se escribe es un icono de nuestros tiempos, la velocidad impide reflexionar y la vorágine con que aparecen pronunciamientos de toda índole parece asomar como marca de un nuevo paradigma comunicacional.

El borrador, aquel boceto primario de una idea, es remplazado por imágenes ilustrativas que mejor encajen en la “noticia” o denuncia elegida como forma indivisible de fogonear sectores que se dicen “Libertarios” pero esconden en sus primarias enunciaciones rasgos distintivos anacrónicos de un pasado no muy lejano.

Es así, como aparecen imágenes dantescas tan surrealistas que ninguna artista podrá superar jamás, una señora paquete envuelta en un tapado de piel y una curiosa gargantilla de oro puede sostener un cartel que reza “En barrio norte también tenemos hambre” o algún muchachito que prolonga su adolescencia semidesnudo podrá mezclarse en fotografías con políticos desahuciados por el voto de la gente con la firme convicción de poder mostrársela a algún amigote ocasional.

Estos cuadros, son síntomas claros de una sociedad que prioriza la “idea fuerza” por sobre el debate profundo, un sector minoritario adherente a consignas vacías de contenido que repite cual homo sapiens “Yo golpear cacerola”, Por suerte no todos los manifestantes son sacados de historietas de ciencia ficción, conozco amigos responsables que saben porque golpean su cacerola con los cuales puedo mantener un debate ideológico respetando posiciones aunque sean antagónicas, pero jamás, podre respetar un nene que grita desaforadamente “Quiero Veranear en Punta del este”; por supuesto que tiene derecho a veranear donde sus padres puedan pagarle sus merecidas vacaciones, pero gritar una consigna de ese estilo, es al menos, no entender para que fue a esa marcha.

Y así trascurren los días, las horas, los Tweet, con la velocidad que una proclama impone, escondiendo en el fondo el debate que la sociedad pos moderna no hizo, asumió que la gente que queda por afuera de un sistema no importa, no existe como si fuese un “desaparecido” de la escenografía urbana que recorremos día a día, si el debate se abriera a los oídos diversos en ideologías, quizás retomaríamos el dialogo sobre las secuelas que un sistema capitalista genera en la sociedad, en sus habitantes, en su hábitat y quizás, podríamos comprender que la señora de barrio norte, el nene “privado” en su imaginario de sus vacaciones es pieza integral de un entorno que se completa con el limpiavidrios de la esquina de tu casa, y la jubilada con necesidades oncológicas que hoy cobra una jubilación y tiene obra social porque alguien se atrevió a patear el tablero de las políticas liberales de la década de los noventa.

Confrontar ideas, no personas, confrontar mensajes, no mensajeros, debería ser parte fundamental de este proceso que las redes sociales en un velocidad solo valorizan el “Como lo digo” por sobre que digo….
Sergio Rodriguez

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