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miércoles, 31 de octubre de 2012


Consejitos…..

Si adhiere a la manifestación del 8N y no sabe porque, al menos, siga atentamente esta guía para no parecer….

Si lleva un cartel cuya leyenda reza “En barrio norte también tenemos hambre” por favor, deje el tapado de piel y la gargantilla de oro en su casa

Si grita desaforadamente “Quiero veranear” no complete la frase diciendo “en Punta del Este” cambie el destino, indique Punta Lara o Punta Indio.

No repita como loro, Decídase en la proclama, régimen stalinista o nazista, los dos No, se vende su ignorancia.

Si reconoce a su superior en la marcha, evite saludarlo con la veña, en todo caso, con un hola cacho (con voz ronca) alcanza

Evite hablar con la prensa, si lo hace, por favor no diga “Vengo a defender mi derecho a expresarme libremente” es contradictorio.

Muy importante, consiga una cacerola usada, o al menos, saquele el precio...

Don Raúl

“Don” Raúl, como lo llamábamos en el barrio, cumplía su rutina diariamente como pagando culpas, al levantarse, casi siempre con los primeros rayos del sol, barría su vereda sin importarle demasiado su estado, poco le importaba si había hojas, papeles o excremento de perros, el solo sostenía su escoba de manera firme, peinando las ya gastadas baldosas calcáreas.

Todos los días, se dirigía al taller del barrio, ahí, lo esperaba otra de sus rutinas, cebarnos unos ricos mates, que solo el sabia preparar de esa manera inusual; su andar, bien fue descripto en la canción “El viejo Matías” sus pasos parecían pedirle permiso al viento.

Al llegar al taller, sin mediar palabra alguna, preparaba el mate, y comenzaba la ronda, no conocíamos la voz de aquel hombre de contextura robusta y mirada austera, sin embargo aprendimos a apreciarlo por aquel acto rutinario, nueve años que trabajo en el taller y don Raúl y sus mates ya era parte de la escenografía cotidiana.

Pensábamos que podía ser mudo, salvo por aquellas exhalaciones bruscas en su respiración que nos decían lo contrario.

-Don Raúl, estos mates están riquísimos, pero le falta algo.

Tan solo esa frase, era el disparador para que Raúl, se levantara, se acercara a la improvisada caja del taller, tomara cinco pesos y se dirigiera a la panadería de Felisa en buscas de los bizcochitos de grasa, (Especialidad de la panadería “El Cañón”. Nunca supe, como Felisa con tan solo verlo a Raúl entrando al comercio, comenzara a pesar los bizcochitos de grasa hasta que su balanza digital marcara la cantidad de cinco pesos, ya que Don Raúl, no omitía palabra, solo extendía su mano con el billete y se lo entregaba. Al regresar con los bizcochitos, continuaba su ronda, sin equivocarse jamás sobre el destinatario del mate.

El hecho de mandar a buscar los bizcochitos a Raúl, fue parte de una idea mía, ya que había notado que jamás salteaba a nadie en la ronda, sabia perfectamente a quien le correspondía el turno y éramos tres tomando la infusión, ya que don Raúl, solo cebaba. Nueve años, la misma rutina y no se equivocaba, ni aun, cuando de manera “fortuita” colocaba el mate en alguna carrocería de algún auto para reparar, buscando en ese acto despistar a don Raúl; o cuando de manera intencionada le pasaba el mate a mis compañeros para que ellos fuesen los que entregaran el mate, confundiendo a don Raúl, el recibía el mate, lo cebaba y volvía a entregar el mate al verdadero destinatario sin inmutarse.

Debo reconocer que esa exactitud en don Raúl, me perturbaba, al punto que era un comentario obligado en cualquier reunión social, evento o tan solo en una simple charla de amigos en el bar de “Pérez”. A tal punto me perturbaba que decidí preguntarle sin mas rodeos, ya nueve años observándolo habían sido mas que un tiempo prudencial.

-Don Raúl, noto que jamás se equivoca con la ronda del mate, cual es su secreto.

Me conformaba con una mirada, no esperaba respuesta de aquel hombre que no omitía sonido, salvo en su respiración en forma de suspiro. Sin embargo después de un leve mueca en su rostro, me sonrió y murmuro.

-Equilibrio, hijo, equilibrio.

Aun recuerdo el silencio sepulcral que se dio en el taller tras aquella frase, no por la respuesta en si misma, sino, por quien la había pronunciado; me acerque a don Raúl y casi con voz entrecortada le entregue el mate, recogí un bizcochito y le lance otra pregunta, tratando de entablar una conversación.

-¿Que es eso del equilibrio?

-Muy fácil hijo, ustedes para mi, son tres docenas, yo soy la banca y el azar, pero esta vez, el equilibrio será perfecto.

Quede perplejo por su respuesta, no por el contenido, ya que no sabia muy bien que significaba, mi asombro, fue por la construcción de la frase, la seguridad en sus palabras, el tono firme de las mismas. Aquella noche, no pude dormir, don Raúl hablaba, podríamos conocer su historia, ya que tan solo sabíamos, que había vivido en el mismo lugar desde hacia sesenta y nueve años, no sabíamos que había sido de su vida, no conocíamos amigos, parientes, nada que reconociera a aquel hombre como parte importante de un pasado. Espere ansioso el nuevo día, la nueva rutina de mates, quería indagar en la vida de don Raúl.

Pasadas las nueve de la mañana, aun don Raúl no había pisado el taller, jamás había faltado a su rutina, casi como si se tratara de un empleado mas, cuando fueron las once, comenzamos a preocuparnos por el. Al cerrar el taller con un sabor amargo aquel día, y al regresar a mi casa, forzando el recorrido para poder pasar por el domicilio de don Raúl, alcance a ver aquella escena; una morguera, una camilla, dos enfermeros y una bolsa negra fueron los elementos que me indicaron que el equilibrio había sido perfecto.


Alfonso Quijano II
17/06/2011

Suerte

John, un joven norteamericano, muy hábil para los
negocios, siempre espero que llegase su oportunidad, año tras año, enviaba extensas cartas de presentación a las grande firmas neoyorquinas con la firme esperanza de obtener una entrevista laboral y poder forjar su futuro. Aquella noche, una vez que había completado su equipaje personal, se dijo, mañana el vuelo parte a las 8.45, como era una persona muy precavida, a tal extremo, que años anteriores tubo que tratarse psicológicamente. Ya tenía todo planificado para el día siguiente.

El sabia, que el trayecto desde su domicilio al aeropuerto, lo cubría en veintidós minutos, con lo que pensó y se dijo; con solo levantarme cuarenta y cinco minutos antes alcanza, el tiempo para higienizarme, desayunar algo improvisado y salir rumbo a mi entrevista, rumbo a mi futuro, sabia que por su edad, esta oportunidad era su oportunidad.

Al sonar el despertador, y levantarse, noto que el sol era demasiado alto para la hora que marcaba su reloj; al encender el televisor, su corazón comenzó a palpitar furiosamente, 8.23 decía la comunicadora de turno; 8.23, solo tengo veintidós minutos, comenzó a vestirse rápidamente, mientras pensaba por qué su reloj despertador le había jugado una mala pasada, no desayuno, levanto todas sus pertenencias que llevaría, su futuro era lo mas importante.

No puedo perderme esta oportunidad, después de tantos años.

Al encender su automóvil, 8.27 marcaba su reloj de pulsera, pensó, aunque no creyera demasiado, voy a necesitar toda la suerte del mundo para llegar a tiempo, los semáforos, los peatones, el peaje, el trafico, cuantas interferencias deberá sortear para llegar a abordar el vuelo. Al llegar al primer semáforo, la luz verde, le indicaba que su suerte quizás lo acompañaría, de todas formas, respetaba todas las velocidades de la urbe, siempre fue respetuoso de la ley, no tanto por convicción, sino por temor a las represalias. Las cabinas de peaje abiertas, fueron su segunda señal, paso sin demoras extras la autopista que lo llevaría a su oportunidad, quizás la última.

Sin embargo, al llegar al aeropuerto, recordó, que hago con el vehículo, a quien llamo, no lo había previsto y tendría que improvisar, pensó en su ex pareja, rápidamente abondo la idea de solo imaginarse la conversación y los reclamos, no tengo tiempo pensó, dejare el auto en el estacionamiento hasta mi regreso y asumiré las consecuencias.

8.44 marco su reloj al ingresar al lobby del aeropuerto, los vuelos son puntuales pensó.

Ya habían realizado los tres llamados pertinentes, corrió desesperado al mostrador a realizar las formalidades del caso, su buen estado físico, seria un aliado a la hora de correr para abordar el vuelo, al llegar al final de la manga, vio como la puerta cerrada desvanecía su oportunidad, siete segundos son una eternidad pensaría luego, siete segundos fueron los que trascurrieron desde que vio la puerta hasta que la misma se abrió lentamente, le habían comunicado al piloto de la aeronave que un pasajero demorado abordaría el avión y la azafata con aquellos ojos azules y una mirada dulce, le estaba brindando la paz que había comenzado a perder.

-Bienvenido, gracias por confiar en american airlines.

Todavía palpitaba ferozmente su corazón cuando se sentó al lado de una mujer anciana de rostro cálido, le hacia recordar a su abuela con quien paso su infancia. La corrida hacia el avión había sido prolongada, quizás su estado físico no era el que el suponía tener, al sentarse, una fuerte exhalación salió de su boca y aun con agitación murmuro en voz baja, hoy, es el día de mas suerte en mi vida.

Los restos de John, nunca fueron hallados, el Boeing 767, fue el primero en estrellarse en la torre norte del World Trade Center en nueva york.


Alfonso Quijano II
24/03/2011
Legitimidad, Horizontalidad, Tolerancia y otras yerbas
 
Manifestarse en contra de este modelo es legitimo, promocionar dicha manifestación en redes sociales, diarios gráficos, web, blog, etc., es también legitimo, ridiculizar al gobierno de turno, sus funcionarios y la gente que lo apoya usando caricaturas, humor, ironías, etc. es legitimo y ninguna persona racional y democrática debe impedir dichas manifestaciones. Pero también deben entender los señores y señoras caceroleros, que personas como yo, también tenemos derechos…
Tengo derecho a apoyar un gobierno que representa un modelo latinoamericano de inclusión social con politicas activas de fuerte impacto social.
Tengo derecho a dudar de la supuesta horizontalidad de una manifestación cuando algunos de sus promotores y/o organizadores son militantes políticos activos del PRO, fuerzas Armadas, sindicatos y o trabajan en medios gráficos pertenecientes al grupo clarín.
Tengo derecho a ridiculizar las consignas que a mi juicio están vacías de contenido.
En resumen, tengo el mismo derecho de decir el 8 YO NO VOY